Coronel Pringles, con varias persianas bajas

Coronel Pringles, con varias persianas bajas

En Coronel Pringles ya cerraron un gimnasio, una tienda de ropa, un café céntrico, un hotel y una pescadería. Todos fueron víctimas de los efectos económicos de la pandemia de COVID-19.

Si bien la ciudad se encuentra resguardada y controlada en el aspecto sanitario, la caída de la actividad económica o el cierre obligatorio, según sea el caso, golpearon a todos.

El gimnasio Active Gym –ubicado en calle Rivadavia al 1300- fue el primero en cerrar sus puertas. La imposibilidad de trabajar obligaron a su dueña a tomar esa decisión.

En los primeros días de mayo una tienda de ropa céntrica, Lo de Belo, también debió cerrar sus puertas. El motivo, en este caso, fue la falta de ingresos suficientes para afrontar los costos del local.

Su propietario tenía prendas en stock, por lo que decidió seguir vendiéndolas en forma online.

“Esta pandemia fue algo inesperado. Veníamos de un 2019 en que estuvimos 'remándola', porque las ventas ya no eran las mismas que antes, y el virus terminó de destruir todo. Tomé una decisión que costó, pero creo que fue la mejor”, explicó Sergio Darío Beloscar sobre el cierre de su comercio en el radio céntrico.

El comerciante dijo que no podía extender una situación insostenible.

“Uno tiene costos y compromisos que cumplir. Nunca me apuraron con la deuda de alquiler, pero decidimos cerrar igual. Creo que esto va para largo y se va a perder el año laboral. Muchos rubros se van a ver afectados”, explicó.

En las últimas semanas se produjeron otros tres cierres de lugares emblemáticos de la ciudad: el Café del Hotel Pringles; Hotel San Carlos, en calle Mitre al 800; y la histórica pescadería Neptuno, en Stegmann al 800.

En el caso del hotel, su dueño llegó a un acuerdo con los empleados basados en una verdad insoslayable: nadie sabe cuándo volverán a habilitar este tipo de espacios.

“La decisión era: nos hundimos todos agarrados del palito o cerrábamos. Lo hablamos con los empleados y llegamos a esta decisión. Por suerte, ellos igualmente van a cobrar el aporte del Estado”, señaló Mauro Schroh, de Hotel San Carlos.

El cierre de la pescadería Neptuno marcó el final de una trayectoria comercial de casi 60 años. Aquí también los alquileres fueron decisivos a la hora de tomar una decisión, además de la pérdida de clientes durante la cuarentena.

“Nos costó bajar la persiana, pero la situación económica en este momento es muy difícil y nos afecta a todos”, reveló Elsa Aversano, propietaria del comercio.

“Hay que dar vuelta la página y seguir adelante. Yo hace algunos años que ya no estoy en la pescadería, ya que continuaba mi hijo Andrés, que también aprendió a no bajar los brazos. Hoy tiene otro trabajo para hacer, aún más sacrificado, pero va a salir adelante trabajando; se va de Pringles, así que no se justifica seguir con la pescadería porque no dan los números”, añadió.

“Ahora, si ves todo esto desde el punto emocional... y sí, nos afectó mucho. Estamos muy tristes, muy mal”, completó.(lanueva).